Fotografía: Juan Fernando Ospina
La pensadera respecto al trabajo en Colombia empieza con una pregunta y un panorama pesimista: las cosas ya venían mal, pero pueden empeorar. Sobre esto hablamos con Cecilia López y Aurelio Suárez, que se sumaron a la reflexión de #CuandoEstoAcabe.
Y para hablar de trabajo, hay que
hablar de la informalidad, el acceso a crédito para emprendedores, el
crecimiento del desempleo y una posible reforma laboral. Esos fueron los temas
abordados en esta segunda conversa, que tuvo alrededor de 200 personas
conectadas en vivo.
“La
pandemia empezó con un mundo laboral deteriorado, con un salario envilecido y
una situación laboral muy negativa para las mujeres”. Con estas palabras
Aurelio Suárez resumió las difíciles condiciones laborales que existen hoy en
Colombia y que vienen empeorando a medida que se extienden las medidas de
aislamiento.
Y
con una pregunta Cecilia López resumió las falencias de las políticas sociales
y económicas en el mundo del trabajo: “El mercado del trabajo es donde se
combina la política social con la política económica y las dos confluyen en una
sociedad insolidaria, con unos privilegios increíbles para las grandes
empresas, que han acumulado grandes riquezas. ¿Cómo es posible que el gobierno
las pone al mismo nivel de unos trabajadores con unos sueldos precarios, con
ingresos muy bajos, en condiciones por fuera de la ley laboral?
Antes de la pandemia…
“Ya
Colombia venía con un desempleo creciente y una informalidad muy importante,
que, según las cifras del Dane, llega a un 48%, pero en general cuando uno
consulta los que cotizan en el llamado Pila, no llegan al 25% de los
trabajadores, o sea que en estricto sentido la informalidad puede ser el 70%. Hay
una pérdida del salario como participación en el ingreso nacional: en el año
2002, de cada 100 pesos de renta nacional, 48 eran de salario; hoy de esos
mismos 100 pesos solo 37 le ingresan a los trabajadores y a la base laboral y
social del país”.
Estas
circunstancias laborales son más graves para las mujeres, quienes tienen
mayores dificultades para acceder a un trabajo digno. Además, en Colombia
existen 600 mil jóvenes llamados nini,
personas que ni estudian, ni trabajan. Sin embargo, muchas son mujeres que
están en casa asumiendo trabajos de cuidado que no se contabilizan.
La
raíz del problema, dice Aurelio Suárez, está en un derecho laboral inexistente,
que deja a los trabajadores a merced de sus empleadores. “En Francia el 100% de
las personas que laboran están bajo el amparo de convenciones colectivas, en
Colombia no llegan ni al 20%. Entonces los trabajadores, sin el derecho pleno a
la asociación, están supeditados a lo que individualmente puedan hacer, y
quedan a la libre disposición y el libre albedrío del patrón. Aquí hay un vacío
¿dónde está el Estado, el ministerio de trabajo, los organismos de control,
inspección y vigilancia, el derecho colectivo y los trabajadores que agremiados
se pueden defender?
Reforma
laboral y trabajo independiente
A la
pregunta por el futuro laboral de los y las trabajadoras independientes,
Aurelio Suárez expuso las condiciones de las personas que pertenecen a este
sector: tercerizados, sujetos a contratos por servicios, sin prestaciones, que,
además, deben pagar de su bolsillo sus compromisos de salud, seguridad social
y, en algunos casos, la administradora de riesgos. “¿Esta situación cambiará Cuando
esto acabe?”, se preguntó el panelista.
“La
economía política ha estado a favor del capital y en contra del trabajo. Yo
creo que los trabajadores independientes deberían organizarse, entiendo que la
cooperativa es un núcleo organizativo, eso debería ampliarse más, con el
compromiso de defender las condiciones negativas que tiene su situación laboral
para no empeorar”.
Por
su parte Cecilia López indicó que con la pandemia salió a la luz una gran
cantidad de trabajadores que no están en el radar de nadie, ni en el del Estado
ni en el del mercado laboral. “Yo creo que la estructura total del mercado
laboral se debe replantear o no sé qué va a pasar. Solo el 6% de los 22
millones de ocupados tienen sus trabajos asegurado. Una proporción de las
personas de clase media van a caer a vulnerables y los vulnerables van a caer a
pobres. La pobreza en América Latina en vez de caer aumenta, en Colombia puede
alcanzar el 45%; y esto va a llevar a unas preguntas muy de fondo ¿Qué va a
pasar con el trabajo y cómo se remunera la mano de obra?”.
“A
pesar de esto, yo sí creo que va a haber cambios, yo sí creo que este tipo de
desigualdades que se están revelando tan claras en el país van a tener que
cambiar cuando esto acabe”.
Solidaridad como solución para los más
pobres
Teniendo
en cuenta que según las cifras de la Ocde la mitad de los colombianos no ganan
ni un salario mínimo, Cecilia López planteó la necesidad de pensar modelos
económicos que permitan el acceso financiero a estas personas. La respuesta a
este interrogante fue la solidaridad.
“El
50% de los colombianos no ganan ni un salario mínimo, por ende, no son sujeto
de microcrédito, ya que no tiene las garantías suficientes; a estos solo les
llega el gotagota, y el gotagota es una bomba porque cobran a
las malas. ¿Cuáles son los sistemas que van a permitir que estas personas se
incorporen a la economía realmente? Ahí entran a jugar los sistemas solidarios.
La única manera de garantizar que esta gente entre al sistema financiero y
pueden tener sus negocios con una financiación decente, aunque sea un poco más
costosa, es la solidaridad”.
“Son
estas formas solidarias —como Fomentamos— la mejor forma de hacer apoyos
productivos. Pero esto requiere más que plata; requiere educación. Estos esquemas
solidarios, con esta estructura laboral que tenemos y la falta de apoyo, son
una ventaja para que muchas personas sean productivas desde el punto de vista
financiero”.
Aurelio
Suarez invitó a pensar cuando esto acabe, en una reforma financiera que le
quite el monopolio de este sector a cuatro grandes bancos, que en Colombia manejan
el 80% de los activos bancario. “Esto crea condiciones de asimetría en el
mercado del dinero en el país. Los microcréditos en Colombia a finales de 2019
eran $13 billones, que cobijan a muy pocos microempresarios que los necesitan.
Y pienso que el costo del crédito es uno de los obstáculos del acceso, por eso
hay que hacer una reforma financiera”.
La pandemia nos ha puesto a preguntarnos, y si no nos hacemos
preguntas nunca vamos a encontrar las respuestas que necesitamos con urgencia.
Por eso, luego de estas reflexiones, invitamos a continuar pensando en sus
hogares, con sus amigos y en sus redes sociales sobre a qué normalidad queremos
regresar y cómo debemos repensar el mundo en el que vivimos.
Cuando esto acabe.
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