domingo, 31 de mayo de 2020

La salud: un derecho torcido


En conversación con Cuando Esto Acabe, Carolina Corcho, médica, psiquiatra y vicepresidenta de la Federación Médica Colombiana, y el médico y columnista Víctor de Currea-Lugo expusieron por qué padecemos en Colombia semejante sistema de salud y cuáles son las posibles salidas para mejorarlo.

Ya no es raro oír decir que la pandemia desnudó los grandes problemas del país, en especial las graves deficiencias del sistema de salud. Esta situación tiene origen en la década de los 90 cuando aparecieron las EPS como la solución al mal manejo de los recursos que hacía el Estado.

Para Víctor de Currea-Lugo, lo que parecía el remedio a la enfermedad de la corrupción terminó convirtiendo a la salud en un mercado. “El negocio de las EPS no es brindar salud, es acumular capital. Antes la relación era directa entre el paciente y el hospital ahora hay un intermediario que se encarga de venderle, ofrecerle paquetes de salud a esos pacientes y de reconocerle unos pagos a esos hospitales. El negocio está en ofrecer el menor número posible de servicios de salud a los pacientes y reconocer la menor cantidad de dinero a los hospitales. En eso radica el negocio, por eso decimos que la salud se convirtió en una mercancía”.

Y a este negocio no le interesa prevenir sino que nos enfermemos, porque ahí están las ganancias, en cobrar por los servicios. “La prevención es mucho más barata, pero eso requiere un Estado que le apueste. El modelo ideal de salud es cuando los hospitales estén dotados de todo pero vacíos, eso implica entender la salud más allá del hospital, o sea tener las necesidades básicas satisfechas. La salud no solo es fruto del servicio sino de las condiciones de vida, y en Colombia las condiciones de vida no favorecen a la salud física ni a la salud mental”, indicó Currea-Lugo.

Del dicho al derecho, hay mucho trecho

“Lo primero que hay que explicar es que Colombia tiene uno de los constitucionalismos más avanzados de occidente. Esto significa que en este momento el derecho a la salud es exigible al Estado por cualquier ciudadano de manera inmediata sin que esté ligado a la sostenibilidad fiscal, a que haya recursos o no haya recursos, es de efectividad inmediata”, explicó Carolina Corcho.

Pero, como dicen las abuelas, del dicho al hecho, hay mucho trecho. Es común ver y oír historias de los paseos de la muerte, de citas que son confirmadas cuando ya el paciente murió, de los hospitales sin camas y sin insumos, entre muchas muchas otras, y el Estado y los organismos de control como si nada. “En Colombia, después de la decisión de mercantilizar la salud, entre 1998 y el 2010 ha habido un millón 300 mil muertes evitables, se han interpuesto más de 3 millones 500 mil tutelas, se ponen 210 mil tutelas en el año y un millón de quejas en la superintendencia de salud”, indicó Corcho.

Además, fue muy clara al definir qué debería cambiar para mejorar las condiciones del sistema de salud: Car

·         Colombia requiere un mando unificado, no 48 EPS con sistemas de salud aparte, donde cada una hace lo que quiere y puede.
·         Colombia requiere un sistema equitativo. “El 40% de la población de Colombia de zonas dispersas apenas tiene 120 hospitales de segundo nivel y 20 de tercer nivel, y tienen mortalidad 5 veces más grande que el centro del país”.
·         Colombia debe dignificar la labor de sus trabajadores. “El 80% de los trabajadores de la salud están bajo formas ilegales de contratación y tercerizados”.
·         La salud debe ser pública.

La salud SÍ puede ser pública

Los mejores sistemas de salud del mundo no tienen EPS y en Colombia ya éstas demostraron que son inviables. Es por esto que tanto Víctor como Carolina coinciden en que es necesario eliminar la intermediación de las entidades prestadoras de servicios de salud, en un proceso de depuración que permita crear una institución de carácter público que las reemplace; que los recaudos de la salud los haga un banco público, así como la recuperación y el fortalecimiento de la red de servicios públicos, que no tengan que vender servicios para sobrevivir; y todo esto debe de estar acompañado de una política de salud integral que esté en los planes de desarrollo de los territorios, que garantice condiciones de vida que ayuden a garantizar la salud.

“Entonces va a depender de nosotros y de nuestro voto que se abran escenarios políticos y sociales para hacer una reforma estructural sistema de salud. Evidentemente ahora hay mayor sensibilidad de la ciudadanía, porque estos eran temas que no estaban, digamos, tan al desnudo como ahora, pues el país ha estado muy congestionado por los asuntos del proceso de paz, del conflicto armado, que son los temas que ocupan titulares de prensa. Hoy los colombianos tenemos prestamos más atención al sistema de salud, pero falta trabajar muchísimo más para poder lograr avanzar”, puntualizó Corcho.

La pandemia nos ha puesto a preguntarnos, y si no nos hacemos preguntas nunca vamos a encontrar las respuestas que necesitamos con urgencia.


Por eso, luego de estas reflexiones, invitamos a continuar pensando en sus hogares, con sus amigos y en sus redes sociales sobre a qué normalidad queremos regresar y cómo debemos repensar el mundo en el que vivimos.

Cuando esto acabe.

miércoles, 20 de mayo de 2020

No podemos volver a la normalidad sino a la humanidad

Por Lina Castaño Cárdenas
Gestora cultural, estudiante en Barcelona y confinada como todos.

Cuando esto acabe tendríamos que habernos dado cuenta que no podemos volver a la normalidad sino a la humanidad como el mejor proyecto de vida en común, a un mundo donde nos veamos gozosos y dolientes en las necesidades y sueños de todos y de cada uno, donde la capacidad de dar sobrepase la acumulación de bagatelas, donde devolvamos el valor que hemos quitado al conocimiento, al arte, a la naturaleza, porque es ahí donde podemos compartir lo simple y lo sublime.


Foto de Lina Castaño Cárdenas

Con la pandemia, las enfermedades de la educación se agudizaron


Con la pregunta qué educación queremos cuando esto acabe continuó la gran conversación en la que muchas organizaciones y personas escuchan y debaten.
Los retos de la educación durante la pandemia, el endeudamiento, el acceso a la tecnología y la desfinanciación fueron algunos de los temas abordados por Jénnifer Pedraza, economista y representante estudiantil de la Universidad Nacional de Colombia, y Felipe César Londoño López, arquitecto, docente, doctor en ingeniería multimedia y decano de artes y diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Educación enferma

Con la pandemia, las enfermedades que tenía la educación en Colombia se agudizaron, así lo cree Jénnifer Pedraza, al recordar la grave desfinanciación de la educación superior.
“Hoy lo que tenemos es un problema de supervivencia, porque la plata que las universidades buscaban vía extensión, vía matriculas y en el mercado está siendo prácticamente imposible conseguirla. Por eso hacemos un llamado al gobierno nacional para hacer un salvamento presupuestal a las universidades púbicas. Por ejemplo, la Universidad Nacional señaló que le faltan $77 mil millones para terminar este año, y así debe estar el resto de las universidades públicas”.
Para Felipe Londoño, otra de las enfermedades de la educación superior es la mercantilización de la misma: “La educación se convirtió en un mercado, en el cual hay una competencia gigante, lo que genera una crisis increíble en los procesos formativos y que el sistema no sea una prioridad para los gobiernos”.
Todo esto en medio de la preocupación por el aumento en la deserción para el segundo semestre, tanto en colegios como en universidades, producto de la pandemia.


Desigualdad digital

El 59,3% de los hogares colombianos estratos 1 y 2 no tienen conexión a internet y, por ende, no tiene como acceder a la educación en circunstancias de igualdad frente a otros estudiantes con mejores condiciones económicas”, con este dato Pedraza expuso las dificultades que atraviesan los y las estudiantes en el país, cuando la pandemia los ha obligado a dejar las aulas de clase.

“Si no es en estos momentos en que actúa el Estado, ¿cuándo es? Es momento de cuestionarnos si la internet pasa de ser una necesidad a ser un derecho en Colombia. ¿Debe abrirse un debate, justo en este momento, en el que el acceso a internet determina gran parte lo que una persona puede ser y hacer en la sociedad?

A pesar de esto, el profesor Londoño señaló que es importante no caer en la trampa de creer que acceder a equipos de cómputo, tener conectividad y virtualizar la educación es la solución para los problemas que tiene el sector.

“Las instituciones educativas en general no estábamos preparados para dar este salto, que ahora pone el no tener tecnología e internet como no tener educación. La tecnología no es la salvadora de los procesos formativos y los grandes problemas que se tienen con la pandemia. Claro que ha sido una alternativa importante, pero tenemos que trascender pospandemia a otros cambios necesarios en los procesos educativo”.


El endeudamiento no es la opción para la educación

A raíz de la pandemia, el endeudamiento, una opción que usaban muchos colombianos para acceder a bienes y servicios, dejó de ser un recurso, dada la disminución de los ingresos de los hogares. En el caso de la educación, Jénnifer Pedraza expuso que por lo menos 620 mil estudiantes están endeudamos con el Icetex.

“El Icetex, dentro de sus cuentas, tiene $919 mil millones excedentes de sus actividades de los años anteriores, y cada vez que nosotros decimos que es necesario evaluar a qué familias se les puede condonar las cuotas, siempre la respuesta es que no tiene plata. Esto ocurre en parte porque los recursos que el Icetex consigue tienen que destinarse a las obligaciones de créditos con el Banco Mundial y en dólares. Creo que Cuando Esto Acabe es necesario dar el debate sobre de donde se financia el Icetex”.

En cuanto las universidades, especialmente las privadas, el 80% de los recursos provienen de las matrículas de los estudiantes, por lo que tendrían que recurrir a créditos para subsistir durante la crisis económica producida por la pandemia. Ante esta situación, el profesor Felipe Londoño indicó que se debe buscar una solución no solo para este momento sino de manera permanente.

“¿Cuál es una posible solución? Que se priorice la educación como un factor fundamental para el bienestar y el desarrollo sostenible de un país. La prioridad es hoy la salud y el empleo, pero un país sin educación, con universidades y instituciones desfinanciadas, es un país que no construye verdadero un ideal democrático”.


¿Cuál es la educación que queremos Cuando Esto Acabe?

Virtualizar la educación superior, recortar el presupuesto de Colciencias, mantener la desfinanciación de las universidades, así como la de la educación básica y media, eso no debe pasar Cuando Esto Acabe, destacaron los panelistas.

“Más allá de los factores económicos, debemos pensar que la educación de nuestro país debe estar al servicio de nuestros intereses como sociedad. La educación no se comporta con la lógica de cualquier otro bien, no se puede analizar bajo la luz del mercado tradicional; y en esa medida vale la pena que soberanamente tomemos nuestras decisiones, o sea, tener una política de educación superior que responda a las necesidades de Colombia”, indicó Jénnifer Pedraza.

“Yo me sueño con una universidad transdisciplinaria, que se integre a través de un conocimiento abierto del arte, la ciencia y la tecnología, que se fundamente en el humanismo con valores que impliquen el pensamiento crítico y libre, y que se construya desde un dialogo heterogéneo” concluyó Felipe Londoño.

La pandemia nos ha puesto a preguntarnos, y si no nos hacemos preguntas nunca vamos a encontrar las respuestas que necesitamos con urgencia.

Por eso, luego de estas reflexiones, invitamos a continuar pensando en sus hogares, con sus amigos y en sus redes sociales sobre a qué normalidad queremos regresar y cómo debemos repensar el mundo en el que vivimos.

Cuando esto acabe.



sábado, 16 de mayo de 2020

Ella es Natalia y él es Fabio




Ella es Natalia y vive en Toronto. Él es Fabio y vive en Bogotá. Los dos nacieron en Colombia.

Fabio es famoso. Natalia no (aunque debería)

Natalia es ingeniera de minas. Fabio es director de teatro

Fabio está lidiando con el sustento de su teatro y de su grupo. Natalia tiene su salario asegurado... por ahora.

Fabio ha actuado en películas de cine. A Natalia le costó trabajo grabar este video.

Natalia ha visto a Fabio en algunas pantallas. Pero Fabio nunca ha visto a Natalia. Y no han estado nunca juntos en el mismo espacio. Pero los dos están unidos por la misma pensadera... ¿Qué irá a pasar #CuandoEstoAcabe?


viernes, 15 de mayo de 2020

Con la educación enferma ¿vamos a perder el año? #CuandoEstoAcabe

¿Se cansa? Pero si la pobreza es mental...


El mundo no puede volver a ser como antes

Mensaje de Valeria Llano Arias, asesora de incidencia política y campañas en WWF (Londres, Reino Unido)

Después de la pandemia del Covid, el mundo no puede volver a ser como antes. Nuestro país no puede volver a ser cómo antes.  La pedagogía de la catástrofe, a grandes rasgos dice que solo un desastre puede permitir recuperarnos, y helo aquí el desastre, visto también como una oportunidad para recuperarnos de la normalidad tan dañina que vivíamos y que no tendría por qué regresar.

Esta crisis demostró la necesidad de sistemas de salud públicos por ejemplo, Fuertes y sostenibles, y la importancia de dar garantías a una serie de oficios (que generalmente son precarios y relegados,) para garantizar bienestar y sobrellevar la crisis, como por ejemplo: enfermeras,  cuidadoras, personas que se encargan de la limpieza, de la vigilancia en edificios, mensajeros y personas que hacen domicilios, niñeras. A todas esas  personas el estado les debería proveer mejores garantías.

La discusión sobre la renta básica se debería dar en todo el territorio. Se le debe garantizar a todas las personas unas condiciones mínimas para vivir con dignidad.

El estado además tiene en sus manos la oportunidad de encaminarse hacia un futuro más verde, exigiendo a los sectores y empresas que va a rescatar/auxiliar económicamente que cumplan con regulaciones ambientales y apoyando la transición a energías menos contaminantes.

Otro cambio estructural en la sociedad para tener un mundo mejor cuando esto acabe es repensar en nuestros estilos de vida y entender que el crecimiento económico infinito en un mundo finito ya no ser una opción muy sabia.  Es nuestro estilo de vida el que ha ocasionado las crisis de los últimos años. COnsumo desmedido de bienes naturales, por ejemplo, deforestación que causa a pérdida de hábitat y aumenta el potencial para la interacción entre humanos-animales que pueden permitir la transmisión de virus entre especies.

Por ejemplo el cambio en el uso del suelo ha contribuido a casi la mitad de los eventos de emergencia de enfermedades infecciosas zoonóticas en humanos desde 1940 hasta 2005. Nuestra relación con la naturaleza debe cambiar radicalmente.


En resumen, yo creo que cambios estructurales deben ir desde los comportamientos personales, hasta reformulación de políticas que se adapten a los retos que nos esperan pero abriendo oportunidades para un mundo más sostenible.




lunes, 11 de mayo de 2020

En Colombia el trabajo, ¿puede empeorar?


Fotografía: Juan Fernando Ospina



La pensadera respecto al trabajo en Colombia empieza con una pregunta y un panorama pesimista: las cosas ya venían mal, pero pueden empeorar. Sobre esto hablamos con Cecilia López y Aurelio Suárez, que se sumaron a la reflexión de #CuandoEstoAcabe.

Y para hablar de trabajo, hay que hablar de la informalidad, el acceso a crédito para emprendedores, el crecimiento del desempleo y una posible reforma laboral. Esos fueron los temas abordados en esta segunda conversa, que tuvo alrededor de 200 personas conectadas en vivo.

“La pandemia empezó con un mundo laboral deteriorado, con un salario envilecido y una situación laboral muy negativa para las mujeres”. Con estas palabras Aurelio Suárez resumió las difíciles condiciones laborales que existen hoy en Colombia y que vienen empeorando a medida que se extienden las medidas de aislamiento.

Y con una pregunta Cecilia López resumió las falencias de las políticas sociales y económicas en el mundo del trabajo: “El mercado del trabajo es donde se combina la política social con la política económica y las dos confluyen en una sociedad insolidaria, con unos privilegios increíbles para las grandes empresas, que han acumulado grandes riquezas. ¿Cómo es posible que el gobierno las pone al mismo nivel de unos trabajadores con unos sueldos precarios, con ingresos muy bajos, en condiciones por fuera de la ley laboral?

Antes de la pandemia…

“Ya Colombia venía con un desempleo creciente y una informalidad muy importante, que, según las cifras del Dane, llega a un 48%, pero en general cuando uno consulta los que cotizan en el llamado Pila, no llegan al 25% de los trabajadores, o sea que en estricto sentido la informalidad puede ser el 70%. Hay una pérdida del salario como participación en el ingreso nacional: en el año 2002, de cada 100 pesos de renta nacional, 48 eran de salario; hoy de esos mismos 100 pesos solo 37 le ingresan a los trabajadores y a la base laboral y social del país”.

Estas circunstancias laborales son más graves para las mujeres, quienes tienen mayores dificultades para acceder a un trabajo digno. Además, en Colombia existen 600 mil jóvenes llamados nini, personas que ni estudian, ni trabajan. Sin embargo, muchas son mujeres que están en casa asumiendo trabajos de cuidado que no se contabilizan.

La raíz del problema, dice Aurelio Suárez, está en un derecho laboral inexistente, que deja a los trabajadores a merced de sus empleadores. “En Francia el 100% de las personas que laboran están bajo el amparo de convenciones colectivas, en Colombia no llegan ni al 20%. Entonces los trabajadores, sin el derecho pleno a la asociación, están supeditados a lo que individualmente puedan hacer, y quedan a la libre disposición y el libre albedrío del patrón. Aquí hay un vacío ¿dónde está el Estado, el ministerio de trabajo, los organismos de control, inspección y vigilancia, el derecho colectivo y los trabajadores que agremiados se pueden defender?

Reforma laboral y trabajo independiente

A la pregunta por el futuro laboral de los y las trabajadoras independientes, Aurelio Suárez expuso las condiciones de las personas que pertenecen a este sector: tercerizados, sujetos a contratos por servicios, sin prestaciones, que, además, deben pagar de su bolsillo sus compromisos de salud, seguridad social y, en algunos casos, la administradora de riesgos. “¿Esta situación cambiará Cuando esto acabe?”, se preguntó el panelista.

“La economía política ha estado a favor del capital y en contra del trabajo. Yo creo que los trabajadores independientes deberían organizarse, entiendo que la cooperativa es un núcleo organizativo, eso debería ampliarse más, con el compromiso de defender las condiciones negativas que tiene su situación laboral para no empeorar”.

Por su parte Cecilia López indicó que con la pandemia salió a la luz una gran cantidad de trabajadores que no están en el radar de nadie, ni en el del Estado ni en el del mercado laboral. “Yo creo que la estructura total del mercado laboral se debe replantear o no sé qué va a pasar. Solo el 6% de los 22 millones de ocupados tienen sus trabajos asegurado. Una proporción de las personas de clase media van a caer a vulnerables y los vulnerables van a caer a pobres. La pobreza en América Latina en vez de caer aumenta, en Colombia puede alcanzar el 45%; y esto va a llevar a unas preguntas muy de fondo ¿Qué va a pasar con el trabajo y cómo se remunera la mano de obra?”.

“A pesar de esto, yo sí creo que va a haber cambios, yo sí creo que este tipo de desigualdades que se están revelando tan claras en el país van a tener que cambiar cuando esto acabe”.

Solidaridad como solución para los más pobres  

Teniendo en cuenta que según las cifras de la Ocde la mitad de los colombianos no ganan ni un salario mínimo, Cecilia López planteó la necesidad de pensar modelos económicos que permitan el acceso financiero a estas personas. La respuesta a este interrogante fue la solidaridad. 

“El 50% de los colombianos no ganan ni un salario mínimo, por ende, no son sujeto de microcrédito, ya que no tiene las garantías suficientes; a estos solo les llega el gotagota, y el gotagota es una bomba porque cobran a las malas. ¿Cuáles son los sistemas que van a permitir que estas personas se incorporen a la economía realmente? Ahí entran a jugar los sistemas solidarios. La única manera de garantizar que esta gente entre al sistema financiero y pueden tener sus negocios con una financiación decente, aunque sea un poco más costosa, es la solidaridad”.

“Son estas formas solidarias —como Fomentamos— la mejor forma de hacer apoyos productivos. Pero esto requiere más que plata; requiere educación. Estos esquemas solidarios, con esta estructura laboral que tenemos y la falta de apoyo, son una ventaja para que muchas personas sean productivas desde el punto de vista financiero”.

Aurelio Suarez invitó a pensar cuando esto acabe, en una reforma financiera que le quite el monopolio de este sector a cuatro grandes bancos, que en Colombia manejan el 80% de los activos bancario. “Esto crea condiciones de asimetría en el mercado del dinero en el país. Los microcréditos en Colombia a finales de 2019 eran $13 billones, que cobijan a muy pocos microempresarios que los necesitan. Y pienso que el costo del crédito es uno de los obstáculos del acceso, por eso hay que hacer una reforma financiera”.

La pandemia nos ha puesto a preguntarnos, y si no nos hacemos preguntas nunca vamos a encontrar las respuestas que necesitamos con urgencia. Por eso, luego de estas reflexiones, invitamos a continuar pensando en sus hogares, con sus amigos y en sus redes sociales sobre a qué normalidad queremos regresar y cómo debemos repensar el mundo en el que vivimos.

Cuando esto acabe.

viernes, 8 de mayo de 2020

El trabajo en Colombia puede empeorar - #CuandoEstoAcabe

¿A cuál normalidad queremos regresar #CuandoEstoAcabe?

El mundo del trabajo tras la pandemia


Seguimos con la pensadera

Es necesario defender el empleo, una afirmación que hemos escuchado de manera reiterada durante los últimos días, y que cualquiera podría afirmar como una verdad de Perogrullo. Algunos afirman que es necesario bajar salarios, reducir prestaciones, no pagar las primas y flexibilizar las formas de contratación. Todo esto también con las loables intenciones de “defender el empleo”.
Un reconocido político afirmó el pasado fin de semana: “de forma transitoria suspender las cesantías y los intereses de cesantías, que cuestan bastante más de $2,3 billones”. De manera más concreta, se proponen reformas laborales, de nuevo con las mejores intenciones de “proteger el empleo y dinamizar la economía”

Ahora bien, ante las ya dramáticas condiciones de precariedad laboral que sufre la población colombiana, nos cogió la pensadera y nos estamos preguntando entre otras cosas: ¿Qué tipo de trabajo es el que debemos defender? ¿Será que la fragilidad en la que está nuestra población se soluciona restándole seguridad social y condiciones de ingresos que le permitan dignificar su existencia? ¿Es incompatible pensar en una reactivación económica que permita mejores condiciones para los menos favorecidos?

Les invitamos, pues, a conversar sobre el tema del trabajo y las condiciones económicas difíciles que se ciernen sobre nuestra sociedad en el momento actual. Esta es una iniciativa colectiva que invita a pensar en lo que sucederá Cuando esto acabe, para tratar de entender qué tipos de vínculos debemos tejer y profundizar para construir una sociedad mejor preparada, más justa y equitativa.

Un marco de ideas

El mundo del trabajo, al parecer, se modificará tras la pandemia del coronavirus, y son muchas las posibles variaciones que traerá este nuevo contexto.

La implementación del teletrabajo se insinúa como una de las formas que prevalecerán tras el confinamiento.

Hay quienes proponen que la flexibilización de las condiciones laborales es una condición sine qua non para superar la crisis.

Por otra parte, hay quienes defienden la necesidad de fortalecer a los trabajadores, de superar las altas tasas de rebusque -o la mal llamada informalidad- y garantizar así ingresos dignos.
Las conquistas de los trabajadores que permitieron organizar la vida bajo el esquema de los tres 8: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de ocio, ¿se ven amenazadas o por el contrario es posible que se transforme esta relación para ampliar el número de personas ocupadas disminuyendo el tiempo de trabajo para ampliar el de ocio?

¿Seremos capaces de reconocer el valor de esos trabajos que ahora vemos como esenciales y que han estado marginados, en especial los trabajos del cuidado y las labores domésticas?

¿Qué indicadores económicos cobrarán mayor importancia tras la pandemia?

¿Trabajo en el hogar?


¿Gente viviendo del rebusque?


¿Condiciones laborales para los médicos?


¿Por qué estamos hablando de precariedad laboral?


domingo, 3 de mayo de 2020

Cuando Esto Acabe


La “Muerte Roja” había devastado el país durante largo tiempo.
 Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa.
Edgar Alan Poe


Cuando marzo apenas se abría paso en el calendario, tuvimos la noticia en Colombia del primer caso de infección: el letal virus que desde fines de diciembre hacía estragos en China y, poco a poco con el paso de las semanas, en Europa y luego en América, había llegado a Colombia. La OMS decretó el estado de pandemia y las autoridades respectivas tomaron las medidas que mejor consideraban para evitar la catástrofe que se evidenciaba en otras latitudes.

Un par de semanas después se decreta el confinamiento obligatorio y con éste, entre gestos de incredulidad por parte de muchos, se evidencia el alto grado de fragilidad en el que el modelo capitalista actual, con énfasis en un financierismo usurero y especulativo, ha sumido a la mayoría de la población mundial. El precario sistema de salud con bajísima cobertura y limitado para atender el número de infectados que sigue creciendo, las altas tasas de desempleo y millones de trabajadores en la mal llamada informalidad con paupérrimas condiciones de ingresos, la baja capacidad de ahorro de muchos colombianos y colombianas, que con el paso de los días han visto que el hambre acecha y que el camino para resolver esta situación es oscuro. De igual manera, cuando se ordenó que permaneciéramos en las casas, vimos que muchos no tenían casa y la fragilidad de muchos en nuestra sociedad además de hacerse evidente, nos obliga a que aprovechemos este momento para detenernos, reflexionar y hacernos preguntas sobre las formas de vida que hemos llevado y los cambios que debemos introducir para transformar este estado de cosas.

La conversación es el campo nutricio para reflexionar, y tomando como horizonte la perspectiva de cuando esto acabe, han emergido preguntas sobre las formas de solidaridad, ¿acaso es dar mercados? ¿Cuáles son las formas en las que consumimos? ¿Por qué hay tantos niños y niñas desnutridas? ¿Acaso la salud es un negocio o un bien de lujo? ¿Es posible seguir tratando a la naturaleza de  la manera como lo venimos haciendo? ¿De qué manera nos movilizamos por la ciudad? Y así, son muchas las preguntas y perspectivas sobre las que es necesario detenernos a pensar colectivamente para construir un mundo distinto, fraterno, solidario y justo para todas las personas.

Por ahora se insinúan tres aprendizajes fundamentales: 1. Tienen más sentido aquellas cosas simples y sencillas como un abrazo o un beso de los seres queridos, que toda la cadena de lujos fatuos que nos propone la farándula. 2. La economía debe organizarse supeditada a la búsqueda de mejores condiciones para todos. 3. El camino para construir otras forma de vida se escribe en plural, debemos hacerlo colectivamente, solos no es posible y solo co-operando con otros podremos lograrlo.


¿Será que la normalidad es el cambio constante?


sábado, 2 de mayo de 2020

Cuando esto acabe


¿A CUÁL NORMALIDAD QUEREMOS VOLVER?


“La normalidad que vamos a vivir ahora es con el coronavirus y eso va a cambiar nuestra vida, por lo menos a mediano plazo”, con estas palabras Peter Ptassek, embajador de Alemania en Colombia, inició la conversación propuesta por la Corporación Estanislao Zuleta y que contó con la participación de la politóloga y columnista Sandra Borda y del docente y filósofo Memo Ánjel.

La revaluación del modelo de ciudad, periodos de transición, el fracaso del consumismo, la desigualdad, la salud pública, los nuevos términos de las relaciones sociales y la exaltación de economía mutualista fueron algunos de los temas de esta conversación que contó con más de 300 personas conectadas.


Un lento y difícil camino

Para Sandra Borda la normalidad como la conocimos antes del Coronavirus no va a existir en mucho tiempo. “El punto esencial de quiebre es que, realmente, nuestra relación con el entorno y las relaciones de carácter social no van a poder ser las mismas hasta que no tengamos una vacuna y la posibilidad de distribuirla; y esos dos tiempos son tiempos distintos”.

Planteó que durante los próximos 5 años de transición se alternarán periodos de confinamiento y flexibilización. En esos periodos de relajación de las medidas seguramente el número de muertes y contagios se va a disparar, y eso hará que regresemos al confinamiento. “Creo que la trayectoria estará marcada por estas dos alternativas como formas de lidiar con el problema. ¿Qué implica esto para un país como Colombia? Que el proceso de restructuración y despegue de la economía va a tardar muchísimo; no va a ser ni 6 meses ni un año”.

Este escenario, para Borda, será particularmente difícil para los sectores sociales que no pueden trabajar desde la casa, especialmente para los que dependen de la economía informal, y de esa manera se profundizará la desigualdad social ya existente.

Para Memo Ánjel resulta imposible referirse a un regreso a  la normalidad, sea cual sea, sin reconocer que desde más o menos 1980 vivimos en anormalidad; una anormalidad representada en una economía en la que prima la codicia y la destrucción del medio ambiente, unas economías muy cuestionables que se fundamentan en la esclavitud, “una supraeconomía por encima del Estado”.

“Encerrarnos y ponernos la muerte en la calle nos hace reflexionar sobre el fracaso de las ciudades, pues es en las megalópolis donde está pasando todo, mientras nos olvidamos de la necesidad de la ruralización. Por eso, si volvemos al antes nos destruimos, pues nosotros mismos estamos dañando nuestro hábitat”.

La necesidad de una economía mutualista

Para Memo Ánjel este es el momento para un modelo económico mutualista, donde el concepto de cooperar es fundamental. “Estamos en la sociedad del individuo. ¿Dónde perdimos la noción de cooperar, de crear juntos? Las sociedades se crean juntos, la crean los socios y esos socios aportan sus saberes, sus habilidades y construyen”.

“Los seres humanos debemos evolucionar juntos, con especial interés dentro del espacio donde vivo, porque es el único espacio que me queda”, dijo, y Sandra Borda agregó: “La política del sálvese quien pueda no va a salvar a nadie”.

Concebir el desarrollo desde el consumismo tiende al fracaso, continuó Memo Ánjel, y nos invitó a reflexionar sobre lo que significa el trabajo en las condiciones de precariedad. “Los informales, la gente sin trabajo, no está viviendo, está sobreviviendo; el trabajo que se produce en América Latina está llegando a los niveles de sobrevivencia, y a partir de ahí se daña el tejido social”.

Recordemos que en Colombia el índice de informalidad alcanza el 57%, mientras que el 86% de las personas que residen en las ciudades entre 14 y 28 años, de estratos 1 y 2 labora sin poder ejercer plenamente sus derechos como trabajadores, ni gozar de los beneficios de un contrato convencional.

¿Cómo vamos a transformarnos como seres humanos?

Con esta pregunta Sandra Borda exploró los nuevos términos de las relaciones sociales durante y después del coronavirus.

“Todo el mundo pensaba en trasformaciones graduales, en examinar algunas cosas, pero con esta situación ya nadie está pidiendo pañitos de agua tibia ni pequeñas transformaciones; ya mucha gente está pensando una forma de concebir nuevos modelos de desarrollo. La forma de repensar nuestras relaciones sociales y económicas hoy es mucho más estructural; tenemos que salirnos de la caja, pensar en formulas distintas a las que tenemos”.

“Igual sucede con la relación que conocemos entre mercado y Estado, inclusive en las formas de organización social como las universidades, los colegios, los hospitales. Creo que hay espacios que no van a volver a ser los mismos y que esta crisis, con toda la tragedia humana que ha causado, nos da la posibilidad de pensar y de repensar desde cero los problemas gruesos que ha generado el paso del tiempo”.

El papel del Estado y de la ciudadanía

A la pregunta sobre qué hay que cuestionar en la normalidad de antes, Sandra Borda indicó que debemos iniciar por lo que hemos concebido como el papel del Estado, especialmente en garantizar la salud pública como derecho. “El debate no se puede quedar en privatizar o no privatizar, el debate es mucho más grande. Una buena parte del mundo se ha encontrado con que el Estado no está en una situación de proveer el servicio de salud de manera adecuada”. Recordemos que, por ejemplo, en Colombia 2.200.000 personas no tienen acceso a la salud.

Además planteó el interrogante de si la actual situación va a desencadenar la aparición de estados de bienestar, como algunos de los europeos, o de estados más pequeños pero más autoritarios.

El ciudadano, según Memo Ánjel, “tiene la tarea de reconstruir su propio espacio. Si el Estado no está funcionando el ciudadano debe dar ejemplo, eso le da carácter a la sociedad civil, que es lo que construimos los ciudadanos, y arranca desde lo más pequeño: por uno mismo”.

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La pandemia nos ha puesto a preguntarnos, y si no nos hacemos preguntas nunca vamos a encontrar las respuestas que necesitamos con urgencia. Por eso, luego de estas reflexiones, invitamos a continuar pensando en sus hogares, con sus amigos y en sus redes sociales sobre a qué normalidad queremos regresar y cómo debemos repensar el mundo en el que vivimos.
#CuandoEstoPase

Las cooperativas se hacen preguntas, ¡pero también tienen respuestas!





¿Primero quién?