martes, 30 de junio de 2020
sábado, 20 de junio de 2020
viernes, 19 de junio de 2020
lunes, 15 de junio de 2020
Hábitos insostenibles #CuandoEstoAcabe
El virus evidenció cómo maltratamos a
la naturaleza y en conversación con Jenifer Colpas, directora ejecutiva de
Tierra Grata; Natalia Orduz, coordinadora de proyectos socioambientales en la
Fundación Heinrich Böll; y Fernando Jaramillo, docente y miembro de la Mesa
Ambiental de Jericó, nos preguntamos por esos hábitos insostenibles que tenemos
y si existe alguna manera de curar la salud de la tierra, que es la casa de
todos y todas.
Tensiones entre el progreso y proteger
el medio ambiente
Para empezar, Natalia Orduz nos
advierte que no debería existir una dicotomía entre desarrollo y protección del
medio ambiente. No debe ser visto el desarrollo como algo dinámico y la
conservación como algo estático. Es posible estar bien y vivir de una forma más
armónica con el planeta.
De igual forma, Jenifer Colpas
plantea que es necesario revisar el concepto de desarrollo, ese que a través de
proyectos de infraestructura o producción atentan contra la vida del planeta y
de las comunidades que habitan algunos territorios. Este es un modelo de
desarrollo que no conversa con la naturaleza ni con las personas que están
allí.
Por su parte, Fernando Jaramillo
plantea que la contradicción entre desarrollo y protección del medio ambiente es
una confrontación que surge por la imposición de modelos económicos
extractivistas que desconocen las tradiciones culturales de los territorios,
como es el caso de Jericó, y que hacen ver la minería como algo necesario para
el desarrollo tecnológico y el avance económico de los territorios. Este es el caballito
de batalla de las empresas mineras y el gobierno para defender la minería.
Pero al preguntarnos por la salud del
planeta surgen esos hábitos insostenibles que traemos desde hace mucho tiempo y
que no son solo los hábitos individuales, sino los hábitos planetarios e
históricos: la forma cómo asumimos movilidad y el desarrollo.
En ese sentido, para Natalia Orduz lo
más apremiante es la crisis climática y afirma que lo que se viene es peor, que
el planeta está llegando a un punto de no retorno de los ecosistemas y a un
nivel de destrucción difícil de predecir. A escala planetaria, el problema está
en el uso de la energía de combustibles fósiles y la posición de grandes
empresas responsables de ese consumo, así como los hábitos políticos de países
como Colombia, que está pensando en hacer fracking
en este momento. Estos son hábitos que necesitamos cuestionar porque también
son estas propuestas y posiciones las que usurpan espacios democráticos y de
debate alrededor de este tema.
Parte del problema radica en que no
se cuestionaron esas decisiones políticas en el inicio y hoy estamos en un
punto de no retorno, con hábitos insostenibles. Según Jenifer Colpas, podemos
ver cómo los ciudadanos cambian sus hábitos por unos más sostenibles, mientras
las decisiones de los gobiernos van en contravía. Así que, mirando hacia el
futuro, es necesario preguntarnos si va a cambiar algo #CuandoEstoAcabe en
relación, precisamente, con las decisiones de los gobiernos frente al medio
ambiente.
Para Fernando Jaramillo, vamos a
tener una población en desempleo y sin ingresos, más una actitud de control de
los gobiernos ante los reclamos de la población por la situación. En ese
panorama, es necesario el fortalecimiento de organizaciones sociales para poder
actuar en esa confrontación que se avecina. Se hace evidente la necesidad de
que las comunidades avancen en fomentar la autogestión y la autonomía de las comunidades,
la autosuficiencia alimentaria y la autogestión.
¿Qué podemos hacer para posibilitar
cambios?
Según Natalia Orduz, va a haber una
puja política fuerte. Las organizaciones sociales van a posibilitar cambios de
narrativas, símbolos y referentes sobre apuestas políticas y sociales. Esta
crisis nos pone a pensar en muchas cosas sobre la vulnerabilidad y la evidencia
de que somos muy frágiles; eso nos hace reflexionar también sobre soberanía
alimentaria y energética, y si podemos seguir debilitando entornos con la
creencia de que el mundo lo va a poder suplir todo.
Este momento demostró que la mirada
de desarrollo desprecia las labores de cuidado del suelo, de las semillas, de las
personas enfermos y ancianas; mientras que esa noción del cuidado puede
llevarnos a otras formas de relacionarnos social y económicamente. Según
Natalia, es necesario que logremos cambios de narrativa.
Jenifer Colpas se mostró más
optimista frente al tema. La cuarentena ha acentuado las problemáticas, la
gente se ha dado cuenta de la vulnerabilidad y eso ha generado una ola de
solidaridad y apoyo. En Tierra Grata esperan que esto no sea una cosa de
momento, sino que se mantenga y se puedan generar medidas y acciones de fondo,
más profundas. Jenifer considera que los ciudadanos debemos hacer valer el poder
que tenemos como consumidores y a través de las organizaciones, para pedirle a
los gobiernos que tomen decisiones acordes al momento.
De esta conversa nos queda la invitación
a construir comunidad y autonomía para enfrentar el decrecimiento, porque el
planeta no aguanta más basura, no aguantamos más inequidad. Es necesario unirse,
fortalecer las organizaciones sociales. También es necesario superar la dicotomía
falsa entre un desarrollo divertido y un cuidado aburrido, y pensar que el
desarrollo también ha traído muchos problemas al planeta y a las comunidades.
Necesitamos entender que lo que hacemos por la naturaleza no es un sacrificio, pues
le hace bien al planeta y, por supuesto, a quienes lo habitamos.
Es importante que los cambios individuales
se puedan convertir en acciones sostenibles, en cuidar de nosotros, del otro, del
otro lejano. Este es un llamado a la presión desde nuestros roles para que esas
acciones como individuos se puedan escalar y tomar desde gobiernos y empresas
privadas que tienen efectos sobre la salud del planeta.
Y otra invitación es a reflexionar
sobre los hábitos que tenemos y cómo podemos actuar individualmente y como
sociedad para cuidar el planeta. Es necesario cuestionar esos hábitos, hacernos
preguntas y buscar respuestas y caminos para tener un mejor relacionamiento con
esta casa que es la casa de todos y todas.
Cuando esto acabe.
viernes, 12 de junio de 2020
miércoles, 10 de junio de 2020
viernes, 5 de junio de 2020
domingo, 31 de mayo de 2020
La salud: un derecho torcido
En conversación con Cuando Esto
Acabe, Carolina Corcho, médica, psiquiatra y vicepresidenta de la
Federación Médica Colombiana, y el médico y columnista Víctor de
Currea-Lugo expusieron por qué padecemos en Colombia semejante
sistema de salud y cuáles son las posibles salidas para mejorarlo.
Ya no es raro oír decir que
la pandemia desnudó los grandes problemas del país, en especial las graves
deficiencias del sistema de salud. Esta situación tiene origen en la década de
los 90 cuando aparecieron las EPS como la solución al mal manejo de los
recursos que hacía el Estado.
Para Víctor de Currea-Lugo,
lo que parecía el remedio a la enfermedad de la corrupción terminó convirtiendo
a la salud en un mercado. “El negocio de las EPS no es brindar salud, es
acumular capital. Antes la relación era directa entre el paciente y el hospital ahora hay
un intermediario que se encarga de venderle, ofrecerle paquetes de salud a esos
pacientes y de reconocerle unos pagos a esos hospitales. El negocio está en
ofrecer el menor número posible de servicios de salud a los pacientes y
reconocer la menor cantidad de dinero a los hospitales. En eso radica el
negocio, por eso decimos que la salud se convirtió en una mercancía”.
Y a este negocio no le interesa prevenir sino que nos
enfermemos, porque ahí están las ganancias, en cobrar por los servicios. “La
prevención es mucho más barata, pero eso requiere un Estado que le apueste. El
modelo ideal de salud es cuando los hospitales estén dotados de todo pero
vacíos, eso implica entender la salud más allá del hospital, o sea tener las
necesidades básicas satisfechas. La salud no solo es fruto del servicio sino de
las condiciones de vida, y en Colombia las condiciones de vida no favorecen a
la salud física ni a la salud mental”, indicó Currea-Lugo.
Del dicho al derecho, hay mucho
trecho
“Lo primero que hay que explicar es que Colombia tiene
uno de los constitucionalismos más avanzados de occidente. Esto significa que
en este momento el derecho a la salud es exigible al Estado por cualquier
ciudadano de manera inmediata sin que esté ligado a la sostenibilidad fiscal, a
que haya recursos o no haya recursos, es de efectividad inmediata”, explicó
Carolina Corcho.
Pero, como dicen las abuelas, del dicho al hecho,
hay mucho trecho. Es común ver y oír historias de los paseos de la muerte,
de citas que son confirmadas cuando ya el paciente murió, de los hospitales sin
camas y sin insumos, entre muchas muchas otras, y el Estado y los organismos de
control como si nada. “En Colombia, después de la decisión de mercantilizar la
salud, entre 1998 y el 2010 ha habido un millón 300 mil muertes evitables, se
han interpuesto más de 3 millones 500 mil tutelas, se ponen 210 mil tutelas en
el año y un millón de quejas en la superintendencia de salud”, indicó Corcho.
Además, fue muy clara al
definir qué debería cambiar para mejorar las condiciones del sistema de salud: Car
·
Colombia requiere un mando unificado, no 48 EPS con
sistemas de salud aparte, donde cada una hace lo que quiere y puede.
·
Colombia requiere un sistema equitativo. “El 40% de la
población de Colombia de zonas dispersas apenas tiene 120 hospitales de segundo
nivel y 20 de tercer nivel, y tienen mortalidad 5 veces más grande que el
centro del país”.
·
Colombia debe dignificar la labor de sus trabajadores.
“El 80% de los trabajadores de la salud están bajo formas ilegales de
contratación y tercerizados”.
·
La salud debe ser pública.
La salud SÍ puede ser pública
Los mejores sistemas de salud del mundo no tienen EPS
y en Colombia ya éstas demostraron que son inviables. Es por esto que tanto
Víctor como Carolina coinciden en que es necesario eliminar la intermediación
de las entidades prestadoras de servicios de salud, en un proceso de depuración
que permita crear una institución de carácter público que las reemplace; que
los recaudos de la salud los haga un banco público, así como la recuperación y
el fortalecimiento de la red de servicios públicos, que no tengan que vender
servicios para sobrevivir; y todo esto debe de estar acompañado de una política
de salud integral que esté en los planes de desarrollo de los territorios, que
garantice condiciones de vida que ayuden a garantizar la salud.
“Entonces va a depender de nosotros y de nuestro voto
que se abran escenarios políticos y sociales para hacer una reforma estructural
sistema de salud. Evidentemente ahora hay mayor sensibilidad de la ciudadanía,
porque estos eran temas que no estaban, digamos, tan al desnudo como ahora,
pues el país ha estado muy congestionado por los asuntos del proceso de paz,
del conflicto armado, que son los temas que ocupan titulares de prensa. Hoy los
colombianos tenemos prestamos más atención al sistema de salud, pero falta
trabajar muchísimo más para poder lograr avanzar”, puntualizó Corcho.
La pandemia nos ha puesto a preguntarnos, y si no nos hacemos preguntas nunca vamos a encontrar las respuestas que necesitamos con urgencia.
Por eso, luego de estas reflexiones, invitamos a continuar pensando en sus hogares, con sus amigos y en sus redes sociales sobre a qué normalidad queremos regresar y cómo debemos repensar el mundo en el que vivimos.
Cuando esto acabe.
viernes, 29 de mayo de 2020
jueves, 28 de mayo de 2020
sábado, 23 de mayo de 2020
viernes, 22 de mayo de 2020
jueves, 21 de mayo de 2020
miércoles, 20 de mayo de 2020
No podemos volver a la normalidad sino a la humanidad
Por Lina Castaño Cárdenas
Gestora cultural, estudiante en Barcelona y confinada como todos.
Cuando esto acabe tendríamos que habernos dado cuenta que no podemos volver a la normalidad sino a la humanidad como el mejor proyecto de vida en común, a un mundo donde nos veamos gozosos y dolientes en las necesidades y sueños de todos y de cada uno, donde la capacidad de dar sobrepase la acumulación de bagatelas, donde devolvamos el valor que hemos quitado al conocimiento, al arte, a la naturaleza, porque es ahí donde podemos compartir lo simple y lo sublime.
Gestora cultural, estudiante en Barcelona y confinada como todos.
Cuando esto acabe tendríamos que habernos dado cuenta que no podemos volver a la normalidad sino a la humanidad como el mejor proyecto de vida en común, a un mundo donde nos veamos gozosos y dolientes en las necesidades y sueños de todos y de cada uno, donde la capacidad de dar sobrepase la acumulación de bagatelas, donde devolvamos el valor que hemos quitado al conocimiento, al arte, a la naturaleza, porque es ahí donde podemos compartir lo simple y lo sublime.
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Foto de Lina Castaño Cárdenas |
Con la pandemia, las enfermedades de la educación se agudizaron
Con
la pregunta qué educación queremos cuando esto acabe continuó
la gran conversación en la que muchas organizaciones y personas escuchan y
debaten.
Los retos de la educación durante
la pandemia, el endeudamiento, el acceso a la tecnología y la desfinanciación
fueron algunos de los temas abordados por Jénnifer Pedraza, economista y
representante estudiantil de la Universidad Nacional de Colombia, y Felipe
César Londoño López, arquitecto, docente, doctor en ingeniería multimedia y
decano de artes y diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Educación enferma
Con la pandemia, las
enfermedades que tenía la educación en Colombia se agudizaron, así lo cree Jénnifer
Pedraza, al recordar la grave desfinanciación de la educación superior.
“Hoy lo que tenemos es un
problema de supervivencia, porque la plata que las universidades buscaban vía
extensión, vía matriculas y en el mercado está siendo prácticamente imposible
conseguirla. Por eso hacemos un llamado al gobierno nacional para hacer un
salvamento presupuestal a las universidades púbicas. Por ejemplo, la Universidad
Nacional señaló que le faltan $77 mil millones para terminar este año, y así
debe estar el resto de las universidades públicas”.
Para Felipe Londoño, otra de
las enfermedades de la educación superior es la mercantilización de la misma:
“La educación se convirtió en un mercado, en el cual hay una competencia
gigante, lo que genera una crisis increíble en los procesos formativos y que el
sistema no sea una prioridad para los gobiernos”.
Todo esto en medio de la
preocupación por el aumento en la deserción para el segundo semestre, tanto en
colegios como en universidades, producto de la pandemia.
Desigualdad digital
“El
59,3% de los hogares colombianos estratos 1 y 2 no tienen conexión a internet y,
por ende, no tiene como acceder a la educación en circunstancias de igualdad
frente a otros estudiantes con mejores condiciones económicas”, con este dato Pedraza
expuso las dificultades que atraviesan los y las estudiantes en el país, cuando
la pandemia los ha obligado a dejar las aulas de clase.
“Si no es en estos momentos en
que actúa el Estado, ¿cuándo es? Es momento de cuestionarnos si la internet
pasa de ser una necesidad a ser un derecho en Colombia. ¿Debe abrirse un
debate, justo en este momento, en el que el acceso a internet determina gran
parte lo que una persona puede ser y hacer en la sociedad?
A pesar de esto, el profesor Londoño
señaló que es importante no caer en la trampa de creer que acceder a equipos de
cómputo, tener conectividad y virtualizar la educación es la solución para los
problemas que tiene el sector.
“Las instituciones educativas
en general no estábamos preparados para dar este salto, que ahora pone el no
tener tecnología e internet como no tener educación. La tecnología no es la
salvadora de los procesos formativos y los grandes problemas que se tienen con
la pandemia. Claro que ha sido una alternativa importante, pero tenemos que
trascender pospandemia a otros cambios necesarios en los procesos educativo”.
El endeudamiento no es la opción para la
educación
A raíz de la pandemia, el
endeudamiento, una opción que usaban muchos colombianos para acceder a bienes y
servicios, dejó de ser un recurso, dada la disminución de los ingresos de los
hogares. En el caso de la educación, Jénnifer Pedraza expuso que por lo menos 620
mil estudiantes están endeudamos con el Icetex.
“El Icetex, dentro de sus
cuentas, tiene $919 mil millones excedentes de sus actividades de los años
anteriores, y cada vez que nosotros decimos que es necesario evaluar a qué
familias se les puede condonar las cuotas, siempre la respuesta es que no tiene
plata. Esto ocurre en parte porque los recursos que el Icetex consigue tienen
que destinarse a las obligaciones de créditos con el Banco Mundial y en
dólares. Creo que Cuando Esto Acabe es necesario dar el debate sobre de donde
se financia el Icetex”.
En cuanto las universidades,
especialmente las privadas, el 80% de los recursos provienen de las matrículas
de los estudiantes, por lo que tendrían que recurrir a créditos para subsistir
durante la crisis económica producida por la pandemia. Ante esta situación, el
profesor Felipe Londoño indicó que se debe buscar una solución no solo para
este momento sino de manera permanente.
“¿Cuál es una posible
solución? Que se priorice la educación como un factor fundamental para el
bienestar y el desarrollo sostenible de un país. La prioridad es hoy la salud y
el empleo, pero un país sin educación, con universidades y instituciones
desfinanciadas, es un país que no construye verdadero un ideal democrático”.
¿Cuál es la educación que queremos Cuando Esto Acabe?
Virtualizar la educación
superior, recortar el presupuesto de Colciencias, mantener la desfinanciación
de las universidades, así como la de la educación básica y media, eso no debe
pasar Cuando Esto Acabe, destacaron los panelistas.
“Más allá de los factores
económicos, debemos pensar que la educación de nuestro país debe estar al
servicio de nuestros intereses como sociedad. La educación no se comporta con la
lógica de cualquier otro bien, no se puede analizar bajo la luz del mercado
tradicional; y en esa medida vale la pena que soberanamente tomemos nuestras
decisiones, o sea, tener una política de educación superior que responda a las
necesidades de Colombia”, indicó Jénnifer Pedraza.
“Yo me sueño con una
universidad transdisciplinaria, que se integre a través de un conocimiento
abierto del arte, la ciencia y la tecnología, que se fundamente en el humanismo
con valores que impliquen el pensamiento crítico y libre, y que se construya
desde un dialogo heterogéneo” concluyó Felipe Londoño.
La pandemia
nos ha puesto a preguntarnos, y si no nos hacemos preguntas nunca vamos a
encontrar las respuestas que necesitamos con urgencia.
Por eso,
luego de estas reflexiones, invitamos a continuar pensando en sus hogares, con
sus amigos y en sus redes sociales sobre a qué normalidad queremos regresar y
cómo debemos repensar el mundo en el que vivimos.
Cuando esto
acabe.
domingo, 17 de mayo de 2020
sábado, 16 de mayo de 2020
Ella es Natalia y él es Fabio
Ella es Natalia y vive en Toronto. Él es Fabio y vive en Bogotá. Los dos nacieron en Colombia.
Fabio es famoso. Natalia no (aunque debería)
Natalia es ingeniera de minas. Fabio es director de teatro
Fabio está lidiando con el sustento de su teatro y de su grupo. Natalia tiene su salario asegurado... por ahora.
Fabio ha actuado en películas de cine. A Natalia le costó trabajo grabar este video.
Natalia ha visto a Fabio en algunas pantallas. Pero Fabio nunca ha visto a Natalia. Y no han estado nunca juntos en el mismo espacio. Pero los dos están unidos por la misma pensadera... ¿Qué irá a pasar #CuandoEstoAcabe?
viernes, 15 de mayo de 2020
El mundo no puede volver a ser como antes
Mensaje de Valeria Llano Arias, asesora de incidencia política y campañas en WWF (Londres, Reino Unido)
Esta crisis demostró la necesidad de sistemas de salud públicos por ejemplo, Fuertes y sostenibles, y la importancia de dar garantías a una serie de oficios (que generalmente son precarios y relegados,) para garantizar bienestar y sobrellevar la crisis, como por ejemplo: enfermeras, cuidadoras, personas que se encargan de la limpieza, de la vigilancia en edificios, mensajeros y personas que hacen domicilios, niñeras. A todas esas personas el estado les debería proveer mejores garantías.
La discusión sobre la renta básica se debería dar en todo el territorio. Se le debe garantizar a todas las personas unas condiciones mínimas para vivir con dignidad.
El estado además tiene en sus manos la oportunidad de encaminarse hacia un futuro más verde, exigiendo a los sectores y empresas que va a rescatar/auxiliar económicamente que cumplan con regulaciones ambientales y apoyando la transición a energías menos contaminantes.
Otro cambio estructural en la sociedad para tener un mundo mejor cuando esto acabe es repensar en nuestros estilos de vida y entender que el crecimiento económico infinito en un mundo finito ya no ser una opción muy sabia. Es nuestro estilo de vida el que ha ocasionado las crisis de los últimos años. COnsumo desmedido de bienes naturales, por ejemplo, deforestación que causa a pérdida de hábitat y aumenta el potencial para la interacción entre humanos-animales que pueden permitir la transmisión de virus entre especies.
Por ejemplo el cambio en el uso del suelo ha contribuido a casi la mitad de los eventos de emergencia de enfermedades infecciosas zoonóticas en humanos desde 1940 hasta 2005. Nuestra relación con la naturaleza debe cambiar radicalmente.
En resumen, yo creo que cambios estructurales deben ir desde los comportamientos personales, hasta reformulación de políticas que se adapten a los retos que nos esperan pero abriendo oportunidades para un mundo más sostenible.
miércoles, 13 de mayo de 2020
lunes, 11 de mayo de 2020
En Colombia el trabajo, ¿puede empeorar?
Fotografía: Juan Fernando Ospina
La pensadera respecto al trabajo en Colombia empieza con una pregunta y un panorama pesimista: las cosas ya venían mal, pero pueden empeorar. Sobre esto hablamos con Cecilia López y Aurelio Suárez, que se sumaron a la reflexión de #CuandoEstoAcabe.
Y para hablar de trabajo, hay que
hablar de la informalidad, el acceso a crédito para emprendedores, el
crecimiento del desempleo y una posible reforma laboral. Esos fueron los temas
abordados en esta segunda conversa, que tuvo alrededor de 200 personas
conectadas en vivo.
“La
pandemia empezó con un mundo laboral deteriorado, con un salario envilecido y
una situación laboral muy negativa para las mujeres”. Con estas palabras
Aurelio Suárez resumió las difíciles condiciones laborales que existen hoy en
Colombia y que vienen empeorando a medida que se extienden las medidas de
aislamiento.
Y
con una pregunta Cecilia López resumió las falencias de las políticas sociales
y económicas en el mundo del trabajo: “El mercado del trabajo es donde se
combina la política social con la política económica y las dos confluyen en una
sociedad insolidaria, con unos privilegios increíbles para las grandes
empresas, que han acumulado grandes riquezas. ¿Cómo es posible que el gobierno
las pone al mismo nivel de unos trabajadores con unos sueldos precarios, con
ingresos muy bajos, en condiciones por fuera de la ley laboral?
Antes de la pandemia…
“Ya
Colombia venía con un desempleo creciente y una informalidad muy importante,
que, según las cifras del Dane, llega a un 48%, pero en general cuando uno
consulta los que cotizan en el llamado Pila, no llegan al 25% de los
trabajadores, o sea que en estricto sentido la informalidad puede ser el 70%. Hay
una pérdida del salario como participación en el ingreso nacional: en el año
2002, de cada 100 pesos de renta nacional, 48 eran de salario; hoy de esos
mismos 100 pesos solo 37 le ingresan a los trabajadores y a la base laboral y
social del país”.
Estas
circunstancias laborales son más graves para las mujeres, quienes tienen
mayores dificultades para acceder a un trabajo digno. Además, en Colombia
existen 600 mil jóvenes llamados nini,
personas que ni estudian, ni trabajan. Sin embargo, muchas son mujeres que
están en casa asumiendo trabajos de cuidado que no se contabilizan.
La
raíz del problema, dice Aurelio Suárez, está en un derecho laboral inexistente,
que deja a los trabajadores a merced de sus empleadores. “En Francia el 100% de
las personas que laboran están bajo el amparo de convenciones colectivas, en
Colombia no llegan ni al 20%. Entonces los trabajadores, sin el derecho pleno a
la asociación, están supeditados a lo que individualmente puedan hacer, y
quedan a la libre disposición y el libre albedrío del patrón. Aquí hay un vacío
¿dónde está el Estado, el ministerio de trabajo, los organismos de control,
inspección y vigilancia, el derecho colectivo y los trabajadores que agremiados
se pueden defender?
Reforma
laboral y trabajo independiente
A la
pregunta por el futuro laboral de los y las trabajadoras independientes,
Aurelio Suárez expuso las condiciones de las personas que pertenecen a este
sector: tercerizados, sujetos a contratos por servicios, sin prestaciones, que,
además, deben pagar de su bolsillo sus compromisos de salud, seguridad social
y, en algunos casos, la administradora de riesgos. “¿Esta situación cambiará Cuando
esto acabe?”, se preguntó el panelista.
“La
economía política ha estado a favor del capital y en contra del trabajo. Yo
creo que los trabajadores independientes deberían organizarse, entiendo que la
cooperativa es un núcleo organizativo, eso debería ampliarse más, con el
compromiso de defender las condiciones negativas que tiene su situación laboral
para no empeorar”.
Por
su parte Cecilia López indicó que con la pandemia salió a la luz una gran
cantidad de trabajadores que no están en el radar de nadie, ni en el del Estado
ni en el del mercado laboral. “Yo creo que la estructura total del mercado
laboral se debe replantear o no sé qué va a pasar. Solo el 6% de los 22
millones de ocupados tienen sus trabajos asegurado. Una proporción de las
personas de clase media van a caer a vulnerables y los vulnerables van a caer a
pobres. La pobreza en América Latina en vez de caer aumenta, en Colombia puede
alcanzar el 45%; y esto va a llevar a unas preguntas muy de fondo ¿Qué va a
pasar con el trabajo y cómo se remunera la mano de obra?”.
“A
pesar de esto, yo sí creo que va a haber cambios, yo sí creo que este tipo de
desigualdades que se están revelando tan claras en el país van a tener que
cambiar cuando esto acabe”.
Solidaridad como solución para los más
pobres
Teniendo
en cuenta que según las cifras de la Ocde la mitad de los colombianos no ganan
ni un salario mínimo, Cecilia López planteó la necesidad de pensar modelos
económicos que permitan el acceso financiero a estas personas. La respuesta a
este interrogante fue la solidaridad.
“El
50% de los colombianos no ganan ni un salario mínimo, por ende, no son sujeto
de microcrédito, ya que no tiene las garantías suficientes; a estos solo les
llega el gotagota, y el gotagota es una bomba porque cobran a
las malas. ¿Cuáles son los sistemas que van a permitir que estas personas se
incorporen a la economía realmente? Ahí entran a jugar los sistemas solidarios.
La única manera de garantizar que esta gente entre al sistema financiero y
pueden tener sus negocios con una financiación decente, aunque sea un poco más
costosa, es la solidaridad”.
“Son
estas formas solidarias —como Fomentamos— la mejor forma de hacer apoyos
productivos. Pero esto requiere más que plata; requiere educación. Estos esquemas
solidarios, con esta estructura laboral que tenemos y la falta de apoyo, son
una ventaja para que muchas personas sean productivas desde el punto de vista
financiero”.
Aurelio
Suarez invitó a pensar cuando esto acabe, en una reforma financiera que le
quite el monopolio de este sector a cuatro grandes bancos, que en Colombia manejan
el 80% de los activos bancario. “Esto crea condiciones de asimetría en el
mercado del dinero en el país. Los microcréditos en Colombia a finales de 2019
eran $13 billones, que cobijan a muy pocos microempresarios que los necesitan.
Y pienso que el costo del crédito es uno de los obstáculos del acceso, por eso
hay que hacer una reforma financiera”.
La pandemia nos ha puesto a preguntarnos, y si no nos hacemos
preguntas nunca vamos a encontrar las respuestas que necesitamos con urgencia.
Por eso, luego de estas reflexiones, invitamos a continuar pensando en sus
hogares, con sus amigos y en sus redes sociales sobre a qué normalidad queremos
regresar y cómo debemos repensar el mundo en el que vivimos.
Cuando esto acabe.
viernes, 8 de mayo de 2020
El mundo del trabajo tras la pandemia
Seguimos con la pensadera
Es necesario defender el empleo, una
afirmación que hemos escuchado de manera reiterada durante los últimos días, y
que cualquiera podría afirmar como una verdad de Perogrullo. Algunos afirman
que es necesario bajar salarios, reducir prestaciones, no pagar las primas y
flexibilizar las formas de contratación. Todo esto también con las loables
intenciones de “defender el empleo”.
Un reconocido político afirmó el pasado fin
de semana: “de forma transitoria suspender las cesantías y los intereses de
cesantías, que cuestan bastante más de $2,3 billones”. De manera más concreta,
se proponen reformas laborales, de nuevo con las mejores intenciones de
“proteger el empleo y dinamizar la economía”
Ahora bien, ante las ya dramáticas
condiciones de precariedad laboral que sufre la población colombiana, nos cogió
la pensadera y nos estamos preguntando entre otras cosas: ¿Qué tipo de trabajo
es el que debemos defender? ¿Será que la fragilidad en la que está nuestra
población se soluciona restándole seguridad social y condiciones de ingresos
que le permitan dignificar su existencia? ¿Es incompatible pensar en una
reactivación económica que permita mejores condiciones para los menos favorecidos?
Les invitamos, pues, a conversar sobre el
tema del trabajo y las condiciones económicas difíciles que se ciernen sobre
nuestra sociedad en el momento actual. Esta es una iniciativa colectiva que
invita a pensar en lo que sucederá Cuando esto acabe, para tratar de entender qué
tipos de vínculos debemos tejer y profundizar para construir una sociedad mejor
preparada, más justa y equitativa.
Un marco de ideas
El mundo del trabajo, al parecer, se
modificará tras la pandemia del coronavirus, y son muchas las posibles
variaciones que traerá este nuevo contexto.
La implementación del teletrabajo se
insinúa como una de las formas que prevalecerán tras el confinamiento.
Hay quienes proponen que la flexibilización
de las condiciones laborales es una condición sine qua non para superar la
crisis.
Por otra parte, hay quienes defienden la
necesidad de fortalecer a los trabajadores, de superar las altas tasas de
rebusque -o la mal llamada informalidad- y garantizar así ingresos dignos.
Las conquistas de los trabajadores que
permitieron organizar la vida bajo el esquema de los tres 8: 8 horas de
trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de ocio, ¿se ven amenazadas o por el
contrario es posible que se transforme esta relación para ampliar el número de
personas ocupadas disminuyendo el tiempo de trabajo para ampliar el de ocio?
¿Seremos capaces de reconocer el valor de
esos trabajos que ahora vemos como esenciales y que han estado marginados, en
especial los trabajos del cuidado y las labores domésticas?
¿Qué indicadores económicos cobrarán mayor
importancia tras la pandemia?
miércoles, 6 de mayo de 2020
lunes, 4 de mayo de 2020
domingo, 3 de mayo de 2020
Cuando Esto Acabe
La “Muerte Roja”
había devastado el país durante largo tiempo.
Jamás una peste había sido tan fatal y tan
espantosa.
Edgar Alan Poe
Cuando marzo apenas
se abría paso en el calendario, tuvimos la noticia en Colombia del primer caso
de infección: el letal virus que desde fines de diciembre hacía estragos en
China y, poco a poco con el paso de las semanas, en Europa y luego en América,
había llegado a Colombia. La OMS decretó el estado de pandemia y las
autoridades respectivas tomaron las medidas que mejor consideraban para evitar
la catástrofe que se evidenciaba en otras latitudes.
Un par de semanas
después se decreta el confinamiento obligatorio y con éste, entre gestos de
incredulidad por parte de muchos, se evidencia el alto grado de fragilidad en
el que el modelo capitalista actual, con énfasis en un financierismo usurero y
especulativo, ha sumido a la mayoría de la población mundial. El precario
sistema de salud con bajísima cobertura y limitado para atender el número de
infectados que sigue creciendo, las altas tasas de desempleo y millones de
trabajadores en la mal llamada informalidad con paupérrimas condiciones de
ingresos, la baja capacidad de ahorro de muchos colombianos y colombianas, que
con el paso de los días han visto que el hambre acecha y que el camino para
resolver esta situación es oscuro. De igual manera, cuando se ordenó que
permaneciéramos en las casas, vimos que muchos no tenían casa y la fragilidad
de muchos en nuestra sociedad además de hacerse evidente, nos obliga a que
aprovechemos este momento para detenernos, reflexionar y hacernos preguntas
sobre las formas de vida que hemos llevado y los cambios que debemos introducir
para transformar este estado de cosas.
La conversación es el
campo nutricio para reflexionar, y tomando como horizonte la perspectiva de
cuando esto acabe, han emergido preguntas sobre las formas de solidaridad,
¿acaso es dar mercados? ¿Cuáles son las formas en las que consumimos? ¿Por qué
hay tantos niños y niñas desnutridas? ¿Acaso la salud es un negocio o un bien
de lujo? ¿Es posible seguir tratando a la naturaleza de la manera como lo venimos haciendo? ¿De qué
manera nos movilizamos por la ciudad? Y así, son muchas las preguntas y perspectivas
sobre las que es necesario detenernos a pensar colectivamente para construir un
mundo distinto, fraterno, solidario y justo para todas las personas.
Por ahora se insinúan
tres aprendizajes fundamentales: 1. Tienen más sentido aquellas cosas simples y
sencillas como un abrazo o un beso de los seres queridos, que toda la cadena de
lujos fatuos que nos propone la farándula. 2. La economía debe organizarse
supeditada a la búsqueda de mejores condiciones para todos. 3. El camino para
construir otras forma de vida se escribe en plural, debemos hacerlo
colectivamente, solos no es posible y solo co-operando con otros podremos
lograrlo.
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